Se trata de un instrumento muy aconsejable para el inversionista, ya que le permite que los activos que ya están en gran parte amortizados se puedan refinanciar. De esta forma, se levanta ese capital, esa deuda se continúa pagando sola a través de la renta, y se puede volver a invertir en nuevos activos con el porcentaje de capital obtenido del refinanciamiento.
Una de las opciones es modificar el plazo, es decir, lograr que el crédito hipotecario se pague en más años. Otro motivo es para modificar las tasas de interés, consiguiendo mejores condiciones.
Es fundamental tener claro que en el mundo inmobiliario hablamos de los conceptos financieros de activos y pasivos de manera diferente a cómo se usan los términos en el ámbito contable. Así, el activo es aquello que genera dinero, y el pasivo el que supone gastos.
Un pasivo, como puede ser un auto, en general se pretende amortizarlo lo antes posible y cancelar la deuda, pero cuando hablamos de un activo, es preferible alargar al máximo el tiempo de deuda, para poder hacer apalancamiento.
En este sentido, el refinanciamiento es clave para que el inversionista pueda alargar al máximo el ciclo de vida de sus financiamientos de activos, así se puede lograr el flujo y al mismo tiempo reinvertir.
Aprovechar el instrumento de refinanciar tiene una serie de beneficios directos para el inversionista en bienes raíces:
En caso de tener una propiedad de inversión, si dicho bien raíz lleva años amortizando y ha adquirido plusvalía, es una excelente opción refinanciar el crédito hipotecario para conseguir liquidez y poder realizar nuevas inversiones inmobiliarias.